Multitud

Y a veces, cuando la tormenta, podía suceder que Madre, lentamente, pasara un brazo por sobre el hombro de Padre. Y en silencio, Padre, posaba una mano sobre la espalda de Abuela. Abuela apretaba entonces la foto de Abuelo contra su pecho. Mi mano, temblando, buscaba la mano de Muchacho. Y Muchacho la de Señor Que Llora Sólo. Y éste la de Niño Que Tiene Frío. Perro también se había unido al abrazo. Y Gato. Y Señora Buena. Y Policía. Y Leñador. Tantos éramos entonces que ya no se veía el principio. Ni el final. Y nadie podría haber dicho cuándo había comenzado el abrazo ni en qué momento iba a terminar. Pero se sentía bien. Sobre todo en esas noches, en que arreciaba la tormenta. Se sentía bien*.

* Este texto recibió el Primer Premio en el Concurso Murales Literarios organizado por la Asociación Civil El Puente Arte y Cultura y el Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires.